Pero el verano ya llegó. Bueno, en realidad no llegará hasta San Juan, pero por la pinta que tenía la playa esta mañana, no creo faltar demasiado a la verdad, diciendo que el verano ya está aquí.
Naturalmente y como cada año, la sed de sol nos ha hecho hacer algo un tanto incomprensible, madrugar y viajar alrededor de 100 km para intentar coger bronze en una sola mañana. Algunos lo conseguiremos, otras quizás no, pero oye, que nos quiten lo bailao.
En la playa se estaba bien, Lorenzo pegaba con ganas y el agua debía estar a unos 15 grados, o sea como en mi pueblo en pleno Agosto, te quemas en la arena, te hielas en el mar y en media estás la mar de agusto.
Naturalmente y como todo el mundo sabe, la playa abre el apetito. El mero hecho de estar allí, tirado en la arena, mirando el mar o a la gente pasar, hace que tu estomago necesite trabajar (supongo que es que el cuerpo necesita equilibrio, alguna parte de tu cuerpo tiene que currar, cuando tú no das palo al agua). Por eso buscamos un restaurante baratito y nos metimos una típica comida playera, como atestigua la foto.
¿Qué tomamos? Pues paella, aderezada eso sí, con el típico vino de la casa mezclado con gaseosa (a ver quién es el guapo que se lo toma sin gaseosa).
Bien, ahora que ya hemos cumplido con el rito iniciático playero de todos los años, sólo nos queda repetirlo todas las semanas, más que nada por hacer algo los Domingos (aparte de dormir, claro).
Por cierto, para los que nos los conozcais, de izquierda a derecha:
- Sergio
- Beatriz
- Bea
- Juá
- Àlex
- Mo
- Paqui
Agur
Javi
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