Un nuevo salto en el tiempo.
Hemos avanzado hasta el primer finde de agosto, justo una semana antes de que Juá cumpla añitos y comiencen las vacaciones.
Como casi cada año, el cumple de Juá es algo que nos perdemos por estar de vacaciones, pero este año decidimos que si
Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma, o sea que decidimos adelantar el cumple una semana y para que hubiese más morbo no se lo dijimos a ella.
Ahora bien, toda fiesta sorpresa que se precie necesita ciertos elementos, a saber:
- Un celebrante sorprendido: lo teníamos, aunque Juá diga que se lo olía.
- Amiguetes: a base de escribir mails los unos a los otros conseguimos juntar un buen puñado
- Avituallamiento: nada más fácil, formamos un comité y nos fuimos de compras.
- Un lugar de celebración: un sitio grande y que no haga sospechar al celebrante, difícil de conseguir, pero gracias a Agustí, no sólo tubimos un lugar, tubimos una mansión. Pedazo casa, macho!!!!!
- Y lo más chungo, una excusa para que la celebrante vaya al lugar sin sospechar.
Parece mentira, pero Agustí también se encargó de montar la
excusa, en su pueblo eran fiestas (no sé si coincidió o es que convenció a todo el pueblo para montar las fiestas ese finde) y convenció a Juá para ir a pasar la noche allí de juerga.
El pueblo se llama
Sta Eulàlia de Ronçana, y en las fiestas los
jóvenes del lugar montan cuatro
collas o
penyes, cada una representada por un color (y al parecer por un
life-style), azul, rojo, verde y amarillo...
...¿Adivinais a que
colla pertenecía Agustí?
Sí, lo habeis adivinado, el de la derecha es él y el de la izquierda (al que no le cabe la camiseta), soy yo.