
Después fuimos a comer a Ujué, un pueblecito pequeño, completamete empedrado, ubicado sobre un monte perdido de la mano de Dios, pero con un aire medieval tan autentico que no importan ni las curvas para llegar ni las cuestas para subir a lo alto de iglesia. Tambien son muy buenas las migas de pastor que se preparan allí.

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