
Ahora en serio, la escultura fue encargada a Josep Llimona i Bruguera (1864-1934) para la capilla-mausoleo anexa al palacio de Sobrellano, pero se le fue la mano en cuanto a tamaño y decidieron ponerla aquí.
El diseño del cementerio es obra de otro catalán Lluís Domenech i Muntaner (1850-1923), realmente merece la pena la visita.

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