domingo, 19 de junio de 2011

Cal y Arena

Hola de nuevo queridos amigos,

Hace una semana me disponía a escribir en este blog con el corazón lleno de alegría, dispuesto a repartir albrícias y daros la nueva buena de mi pequeña descansando en su habitación, mientras su hermano mayor la acariciaba y le daba el amor que sólo un hermano puede dar.

Pero la vida, cruel compañera ella, nos recordó que llena a rebosar tanto de Cal, como de Arena. Y es que aquella misma noche Helena volvió a hospedarse en la Novena planta del Hospital de San Juan de Dios.

Otra vez la incertidumbre, otra vez los malos sueños, otra vez el miedo y el pesar, y sobre todo, las lágrimas, esas lágrimas que te enturbian la mirada, que no te dejan ver lo bueno que tiene la vida y que no se secan nunca. Gracias a Dios mi pequeña es fuerte y poco a poco empezó a recuperarse (San Sinogan y Diazepam mediante). Así que el martes, la pequeña Helena tomaba con ansia su biberón (glotona ella como su padre) y se echaba una siesta ella solita, sin necesidad de caricias o traqueteo o sedantes.

Y allí estábamos, viéndola dormir tan tranquila, cuando se abrieron las puertas del infierno y los demonios de la muerte se derramaron en la pequeña habitación del hospital, queriendo llevarse a nuestra pequeña lejos de nosotros para siempre, robándonos ese pequeño pedazo de cielo por el que tanto estamos luchando.

Pero ese ángel sin alas que es Mari Carmen, su enfermera de tarde, impidió que se nos fuera, ella vió el peligro donde nosotros sólo veíamos la tranquilidad del sueño, y gracias a su rápida reacción y a la de todo el equipo médico de la planta y del pediatra de guardia nuestra pequeña llegó a la UCI a tiempo, sin respirar, pero viva, con esa pequeña chispa de la que aún puede rebrotar la vida.

Oh Dios!! ¿Por qué ella? ¿Por qué no yo? Es tan joven, ni tan siquiera a empezado a vivir, no permitas que nos deje, hazla crecer, que pueda reir, correr... Esas eran las cosas que me rondaban por la cabeza en esa larga noche, cuando cayeron las fachadas, cuando las fuerzas me abandonaron y no podía dejar de ver el futuro sin ella, cuando ni siquiera la sonrisa de Héctor podía sacarme del pozo. Pobre, no quería irse del Hospital, no quería dejar sola a su hermana.¿Por que llora mamá? ¿Por que llora papá?

Y lo cierto es que ninguno lo sabía, Helena estaba en la UCI y una máquina la hacía respirar, pero no sabíamos el motivo. En ningún momento se nos explicó que su enfermedad pudiera suponer un riesgo para su vida. Entonces, ¿a qué se debe que sus pulmones no funcionen? La respuesta llegó al día siguiente, en el despacho de la UCI rodeados por pediatras y neurólogos con caras serias y preocupadas:

"Aún es pronto para saberlo con certeza, pero creemos que existen tres posibles causas que expliquen la insuficiencia respiratoria de Helena, primero que la neumonía que padece sea provocada por algún virus que afecte su capacidad respiratoria; segundo que las crisis epilépticas hayan evolucionado y aparte de bloquear las extremidades, ahora también afecten a la musculatura del Torax impidiendo que los pulmones puedan expandirse; y tercero, que su enfermedad de base (aún sin identificar) impida el normal funcionamiento del sistema parasimpático".

Dicen por ahí que la vida puede cambiarte en un segundo y no saben la razón que tienen. Tantos planes que teníamos y que ya no tienen ni siquiera sentido. Si antes no sabíamos si Helena podría ir a una guardería normal, ahora ni siquiera sabíamos si Helena vería un nuevo día.

Estar en la UCI supone un régimen especial, donde estar con tu hija se reduce a breves espacios de tiempo en los que puedes estar con ella, sin poder apenas tocarla por el pánico a bloquear un tubito, arrancar sin querer una sonda o tan siquiera excitar a tu hija y que su situación se agrave. Pero también supone un ejercicio de humildad y catársis, porque, aunque tu hija está al borde de la muerte, no es la única, ni de lejos, la peor. Tu familia no es la única que sufre, y buscas fuerzas para afrontar tu pena y ayudar a los que sufren a tu lado, a Álex, que no entiende por qué sus padres se tienen que marchar, al diminuto Diego que con sólo unos cuantos días de vida ya sabe que es sufrir y sobre todo a esa familia que sólo trata de pasar con su hija cada segundo que les queda antes de que les abandone para siempre. A ellos y a todos los demás, fuerza y no desespereis, que estáis en muy buenas manos.


El pañuelo bautismal de Helena

Pero la vida sigue, como todos bien sabemos, y no nos va a esperar, así que como buenos cristianos que somos, creyentes los dos (aunque poco prácticantes), decidimos bautizar de urgencia a Helena. Fue una ceremonia íntima y muy sencilla, oficiada por la Hermana Saveria de la orden de San Juan de Dios, a la que sólo pudo asistir la familia más cercana, apenas 10 adultos, reunidos alrededor de la cama de Helena, unidos en el dolor y en la alegría, con la esperanza de volver a reunirnos pronto y repetir la ceremonia más adelante, de forma más solemne y ante toda la familia y los amigos.

Apenas 10 minutos en los que las palabras de la Hermana hicieron brotar de mis ojos lágrimas sin parar, palabras sencillas, sin ornamentos, que llegaban directas al corazón y daban nuevas fuerzas a la esperanza, borrando las dudas, aplastando el dolor y afianzando la certeza de que mi hija crecerá para convertirse en esa gran mujer que tantas cosas conseguirá hacer.

Hoy Domingo, mi hija se encuentra mejor, aún en la UCI, aún con el respirador, pero con constantes vitales estables que apuntan a una pronta recuperación. Así que he creído conveniente compartir con vosotros estas líneas, para que disfrutéis conmigo esta pequeña buena nueva. También quiero agradecer a todos aquellos que en esta semana tan dura han estado con nosotros en el hospital o en casa o en la calle, abrazándonos, escuchando nuestra pena y dándonos esos ánimos que tanta falta nos han hecho. En especial a aquellos amigos que casi creía perdidos en las vueltas que da la vida y que han sabido encontrar el camino de vuelta a nuestro corazón. Y sobre todo a Elías, el padrino de mi pequeña Helena, que no ha permitido enfrentarme sólo a la UCI en ese intempestivo turno de las 7 de la mañana.


Gracias Dios por darme tantos y tantos buenos amigos en los que apoyarme en estas horas de desesperanza.

Gracias a todos por escucharme.

Javi

PD - Un abrazo a todos los Rocaguinarda, espero que perdonéis a Louie por no poder estar con vosotros este pasado viernes sobre el escenario.

1 comentario:

Monika dijo...

No tengo palabras Javi.... En San Joan de Déu estais en las mejores manos!!!! Te mando Mucha fuerza para sobrellevar estos duros momento y mucha ilusión para disfrutar de los momentos más placidos que seguro compartiras con Lena y tmb con Hector. Un abrazo fuerte!!!! X cierto en una semana como mucho ya stare viviendo en barna asi que si necesitas canguro para Hector no dudes en decirmelo.... Te Prometo que con mis dos pequeños delincuentes se lo pasara bien. Besotes!!!!

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